FSC-CCOO Periodistas | 19 de abril de 2024

PROTESTA SOCIAL

"Cuenten lo que han visto, cuenten lo que está pasando en Chile, ahora más que nunca necesitamos que hablen de nosotros y nosotras”

    Es fundamental, urgente, que tomemos conciencia de lo que está ocurriendo en Chile. Debemos exigir a los medios de comunicación compromiso e información en los momentos difíciles que vive un pueblo hermano como el chileno. No sólo se hace necesaria nuestra solidaridad, el gobierno y las instituciones deben tomar partido en los organismos internacionales para alentar y formar parte de un proceso democrático ordenado en el que las reformas de calado permitan poner fin a un conflicto del que conocemos su origen pero desconocemos en qué pueda desembocar.

    03/02/2020.
    Protestas sociales en Chile (Fuente: Getty Images)

    Protestas sociales en Chile (Fuente: Getty Images)

    El pasado 18 de octubre Chile despertó y ahora mira con determinación y preocupación al futuro. El estallido social ha puesto en marcha a todo un país que llevaba mucho tiempo aletargado entre el silencio mediático y comparativas con la Suiza de América Latina. La fiel praxis de un modelo neoliberal que, tras falsos mensajes de libertad, oculta insaciables cotas de desigualdad.

    El pueblo exige cambios estructurales que solo serán posibles con la apertura de un proceso constituyente que permita reformar una Carta Magna creada y aprobada por la dictadura militar, a la medida de Pinochet y de las élites más poderosas del país.

    En los 30 años de democracia reciente ninguno de los gobiernos de distinto signo político ha sido capaz de asumir los cambios de urgencia social más demandados. Al contrario, han facilitado la voraz explotación de los recursos de un país rico mientras exigía más y más sacrificios a la clase trabajadora.

    Dos años después de haber sido elegido presidente de la república, en octubre Piñera sacó el ejército a la calle dinamitando los pocos apoyos con los que contaba (los datos más recientes los sitúan por debajo del 6%. La falta de respuestas a las demandas ciudadanas y una dura represión con continuas vulneraciones de derechos humanos (detenciones ilegales, violaciones, torturas, asesinatos, etc.) investigadas por diferentes organismos internacionales ha agotado la paciencia del pueblo.

    Todos los días miles de jóvenes se movilizan a lo largo del país. A pesar del periodo estival, mantienen viva una protesta que cada viernes se ve reforzada con el apoyo de una gran mayoría de la población.

    El pasado viernes 24 de enero, en Santiago de Chile se celebró la manifestación en la que se cumplían 100 días desde el inicio de la protesta.

    Una marea humana marchó desde todos los rincones de la ciudad con destino a plaza Italia, rebautizada como Plaza de la Dignidad. Las calles que conducen al epicentro se llenan de gente intentando sortear un fuerte, y represivo, dispositivo policial que no lo pone nada fácil. La primera línea responde de forma contundente. Muy cerca, de forma constante suenan sirenas, disparos, gritos y una masa compacta de personas que se movían en una misma dirección tornan sobre sus pasos y obligan a todos a correr en sentido contrario al que nos dirigíamos. El aire se hace irrespirable, arde la piel y los ojos, y de la nada aparecen multitud de hombres y mujeres que corren hacia ti para pulverizarte en los ojos una especie de agua sucia, nos cuentan: “es agua con té”, ”...es agua con bicarbonato”, “…es agua con laurel”, “...no se preocupe señor, tápese, los pacos nos han hecho una encerrona!”

    Los compañeros nos sacan del alcance de las lacrimógenas buscando rutas alternativas. La secuencia se repite en varias ocasiones hasta que conseguimos alcanzar una pequeña bocacalle que desemboca en la Alameda junto al centro Gabriela Mistral, a pocos metros de la Plaza de la Dignidad.

    La primera línea la ocupa una milicia de chicas y chicos. Apenas muestran los ojos a través de las máscaras anti-gas y las gafas de seguridad que pretenden evitar los disparos de la policía, son muy jóvenes y bien organizados repeliendo los disparos, las lacrimógenas y el ácido chorro del guanaco. Levantan el suelo, transportan su “munición”, apagan y devuelven los envíos de los “pacos”, mantienen a raya a un ejército de carabineros que dispara a su pueblo con la peor de las intenciones, más de 300 manifestantes han perdido la visión. Una perfecta coreografía que enfrenta al aparato represor del poder contra su pueblo.

    “Por favor Señor no grabe la cara de los chicos, los pacos utilizan las imágenes para buscar y detener a nuestros compañeros!” Exquisita la educación con la que se dirige a nosotros un auténtico guerrillero anónimo que viste completamente de negro para no ser identificado. Suena el bufido ensordecedor de una caracola gigante para avisar del avance de un vehículo de los carabineros, “zorrillo”, que ha conseguido sobrepasar una barricada de fuego.

    Las refriegas se repiten en las calles aledañas a la plaza Dignidad. El ir y venir es constante. A escasos metros de los disparos, del gas, en la Plaza de la Dignidad suena la música. Una orquesta de músicos ataviados con máscaras y disfraces de muertos toca “bella ciao” y Quilapayun, la gente canta y baila, y grita: el pueblo unido jamás será vencido.

    La calle es un museo al aire libre, los muros, estatuas y el suelo exponen miles de piezas arte, expresiones artísticas que recuerdan al mundo los motivos que han levantado a un pueblo.

    De forma premonitoria el calendario se empeña en hacer coincidir a mucha gente en que se avecinan tiempos más duros si cabe. En marzo coincide la vuelta de la comunidad educativa a las grandes ciudades con el 8-m, lo que hará confluir a los dos movimientos sociales que han jugado un papel preponderante en las protestas: los estudiantes y las organizaciones feministas. A esto hay que añadir otra fecha fundamental para el futuro del país, el 26 de abril se celebrará el plebiscito convocado al objeto de determinar si la ciudadanía está a favor de iniciar un proceso constituyente.

    “Llevamos cien días así y aguantaremos los que hagan falta, no vamos a parar, aunque nos preocupa lo que pueda ocurrir en los próximos meses, no sabemos cómo van a responder, pero nos tememos que volverán a sacar a los “milicos” a la calle, entonces nosotros también responderemos con fuerza.”

    La tensión es máxima, pocos medios de comunicación se hacen eco de lo que ocurre más allá de destacar los supuestos actos violentos de “los radicales”.

    Es fundamental, urgente que tomemos conciencia de lo que está ocurriendo en Chile. Debemos exigir a los medios de comunicación compromiso e información en los momentos difíciles que vive un pueblo hermano como el chileno.

    No sólo se hace necesaria nuestra solidaridad, el gobierno y las instituciones deben tomar partido en los organismos internacionales para alentar y formar parte de un proceso democrático ordenado en el que las reformas de calado permitan poner fin a un conflicto del que conocemos su origen pero desconocemos en qué pueda desembocar.

     

    Luis Lombardo Plaza, Agrupación de Periodistas de FSC-CCOO